La colisión del cine taiwanés de nueva ola y la literatura taiwanesa. En la década de los ochenta Taiwán asistió al declive del autoritarismo y a la gradual apertura de la opinión pública. La Compañía Central de Películas, principal empresa cinematográfica controlada por el partido-estado, comenzó a enfrentarse a enormes desafíos: desde la débil respuesta del mercado a las películas históricas «políticamente correctas» hasta la delimitación de la difusa línea de censura que separa el autoritarismo de la democracia. El general de división Ming Ji, entonces director general de la CCP, se atrevió a contratar a dos jóvenes intelectuales ajenos a la industria cinematográfica: Wu Nien-jen, escritor local, y Hsiao Ye, un retornado. A instancias del militar, y con el entusiasmo de los dos jóvenes, se rompieron moldes y se colaboró con muchos nuevos directores de la época. Durante este periodo, no sólo se formó gradualmente una tendencia en la industria cinematográfica taiwanesa, sino que también se obtuvieron muchos premios internacionales, dando un giro a la visión de los cineastas taiwaneses e impulsando una nueva ola de cine taiwanés.